El asesinato de Capodistria (1831) permitió a las potencias dar rey a la nueva Grecia. Se optó por Otón de Wittelsbach, hijo del rey Luis II de Baviera (el Rey Loco). Reinó en Grecia como Otón I (1833-1862), y un arquitecto bávaro (alemán) construyó para él y su reina Amalia el actual Parlamento (entonces Palacio Real), en la Plaza Sintagma. En 1862 tuvieron que exiliarse.
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Palacio Real, Parlamento griego (Plaza Sintagma) |
Fue llamado entonces al trono de Grecia Jorge I (1863-1913), noble danés. Fue asesinado en Salónica (1913), sucediéndole su hijo Constantino I. En plenas Guerras Balcánicas, y cociéndose la Primera Guerra Mundial, el rey Constantino y su ministro Eleuterio Venizelos tenían inclinaciones contrarias: el rey era filogermano, y anglófilo Venizelos.
El estilo neoclásico y la infraestructura mínima estatal (burocracia) los introdujeron los dos primeros monarcas.
La victoria aliada en la Primera Guerra Mundial le valió el exilio a Constantino (1917). Lo sucedió su hijo Alejandro (1917-1920), y luego , tras un breve intervalo (volvió Constantino), reinó Jorge II, primogénito de Constantino. Entre 1919 y 1922 Grecia vive un periodo de gran agitación. El desmembramiento del Imperio Turco tras la Primera Guerra Mundial atizó las ambiciones irredentistas de los griegos (la llamada Gran Idea-Μεγάλη Ιδέα) , que renovando viejos sueños imperiales invadieron Turquía. El desastre fue total, y la derrota de 1922 provocó un éxodo masivo de las comunidades griegas que tradicionalmente habían vivido en territorio turco. El fracaso provocó el exilio de Jorge II (curiosamente no el de Venizelos, ubicuo ministro, superviviente perfecto, una de las personalidades políticas más cautivadoras de la historia moderna de Grecia).
Grecia fue una república hasta 1935, cuando, a consecuencia de un golpe de estado fallido, vuelve Jorge II. El país depende de manera creciente de la Alemania nazi. Por encargo del rey, el general Metaxás disuelve el parlamento (1936), y se gobierna al estilo fascista.
No obstante, las divergencias con el Eje llevan a la guerra con Italia (1940), y posteriormente a la ocupación alemana del país. El rey se instala primero en Creta, y luego marcha a Alejandría.
La relación de todo esto con Alemania es evidente. Con España: Constantino I se casó con Sofía de Prusia (Alemania); Pablo I, tercer hijo de Constantino I, fue abuelo de nuestro rey. La monarquía acabó en Grecia en 1973.
No hace falta poner de relieve el interés geoestratégico de Grecia, comparable al que tuvo en la Antigüedad y en la Edad Media. En la época de la independencia, había que poner coto a la Rusia zarista; más tarde, interesaba parar los pies a la URSS. La Segunda Guerra Mundial se continuó en Grecia con una cruenta guerra civil, en la que las potencias se emplearon a fondo para aplastar a los comunistas.
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Cuarta Cruzada (1202-1204). Los líderes cruzados (muchos franceses), además de hacer la guerra al infiel, conquistan parte del Imperio Bizantino, tomando Constantinopla. Forman el llamado Imperio Latino, que incluye el Reino de Tesalónica, el Ducado de Atenas y el Principado de Acaya.
En 1303 Roger Blume (Roger de Flor), un aventurero italiano de origen alemán (¡!), por circunstancias que sería largo detallar, ofrece sus servicios al emperador de Bizancio, el anciano Andrónico II Paleólogo. Un nuevo enemigo había venido del este, a reforzar los sultanatos y reinos islámicos que tradicionalmente hostigaban por aquí al Imperio: los turcos. Andrónico recibe generosamente al bravo Roger, y a sus pongamos 8.000 almogávares (catalanes y aragoneses curtidos en las guerras que la corona de Aragón sostenía en Italia y Sicilia). La aventura de estos soldados de fortuna la narra de modo emocionante uno de sus protagonistas: Ramón Muntaner (Crónica).
Tras el asesinato de Roger de Flor (1305), los almogávares arrasaron Tracia y Macedonia (¡Desperta, ferro! gritaban por sus pueblos enfurecidos), y pasando a Grecia conquistaron el Ducado de Atenas, que de esta manera perteneció a la Corona de Aragón de modo efectivo hasta 1390.
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Roger de Flor y los almogávares desfilan ante el emperador Andrónico II Paleólogo,
en Constantinopla (José Moreno Carbonero, 1888) |
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De nuestros siglos XV y XVI datan tres libros estupendos, que relacionan de algún modo a nuestra España con Grecia. Son la Embajada a Tamerlán, los Viajes de Pedro Tafur, y el Viaje de Turquía .
Una curiosa palabra incorporada a nuestro lenguaje habitual, derivada del griego, a través del pidgin mediterráneo medieval, es la palabra chusma (< κέλευσμα): acabó designando a la escoria humana que remaba en las galeras. Y, si hablamos del origen de las lenguas, podemos recordar que Juan de Valdés, en su maravilloso Diálogo de la lengua, decía creer que el español deriva del griego, y da sus razones.
Una novela española que emula en cierto modo el Hiperión, de Hölderlin (alemán), es Asklepios, el último griego, de Miguel Espinosa (1984).